jueves, 8 de octubre de 2009


Mancilladas las conciencias colectivas,

y tu que te marchas,

¡ pero ya no me importa!

si te vas o regresas o te sientas

o te duermes,

no me importa si tu displicencia

me da de comer algún día,

(que nada grato sería)

¡ya no me importa!

ya nadie comprar versos baratos,

ni en los cruceros,

en los topes,

en la salida del circo

o en el cine.

Y si te digo que me chilla la panza,

o que se me riegan los ácidos dentro

no me cuestiones,

que solo mi tinta me comprende,

y los poetas que no son de escritorio,

y si te digo que te extraño,

tampoco lo dudes,

que esa imagen tuya,

ha sido la única inspiración

que me quedó,

el beso la musa, l

a trusa la perdí en cualquier lugar,

pero tu sonrisa,

eterna bastedad de sueños,

pero tu imagen mi amado,

fue la mejor herencia de la que pude gozar,

esa imagen que es

la que me sacude

para mantenerme viva.

1 comentario:

  1. El temor a una mujer es lo que hace al hombre, en su mayoría, un ser tan infantil; tal vez exista un rollo edípico de por medio. Pero resulta muy lógico, en relación a una mujer completa un hombre solo puede temerle o amarla, en todo caso está frito.

    Saludos.

    Iván Valdés

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